CAMINA Y REVIENTA SEIS: ZARAUTZ

22 de agosto, miércoles

Estamos muy cómodos y no nos damos demasiada prisa en salir del albergue, luego el desayuno es largo y plácido en una pastelería del centro de Zarautz, por lo que tardamos bastante en levantar el vuelo.

¡Por fin nos movemos! Hay dos itinerarios y hemos tomado la opción de la costa, por lo que partimos hacia Getaria por un paseo litoral que une los dos pueblos y que utiliza muchísima gente para correr y caminar. A la misma entrada de la localidad está el monumento a Juan Sebastián Elcano, y desde ahí nos desviamos a la izquierda por una calle en ascenso hacia las afueras. Estamos marchándonos de Getaria sin haber entrado siquiera, “el que se levanta tarde ….., luego tiene que correr”.

Atravesamos varios caseríos hasta arribar al de Askizu en el que está la iglesia de San Martín de Tours y donde descansamos un rato antes de bajar a Zumaia que queda a unos escasos 3 kilómetros. A la entrada de la villa pasamos frente al museo de Ignacio Zuloaga, que no visitamos porque abre por las tardes, y en un parque en el centro del pueblo, junto a los muelles, se monta el fiestorro matinal del almuerzo.

Abandonamos Zumaia e iniciamos una subida de unos 4 kilómetros hasta Elorriaga por caminos y pistas de cemento, asfalto y a veces tierra, arropados siempre por una exuberante vegetación. A la entrada de una finca alguien ha dejado un bidón con botellas de sidra natural al fresco para que el peregrino se sirva al precio de 1,50 euros; sólo quedan dos que no son bebidas sino absorbidas en un plis-plas y en la casa no hay nadie, salvo unos perros fieros, así que nos quedamos con ganas de más. De Elorriaga a Itziar hay unos 6 kilómetros de terreno rompepiernas con continuas subidas y bajadas y luego un pronunciado descenso de 3 km. por pista de cemento hasta Deba, pero vamos bien y llegamos en perfecto estado de revista.

El albergue, situado en un edificio escolar, lo gestiona la Oficina de Turismo y hay que acudir allí primero para inscribirse y que asignen habitación. A la dama y a los más perjudicados les dan cama y a los “chavales” nos toca dormir en un colchón en el suelo, pero el jergón es bueno, muy bueno, y hoy nos hemos machacado, así que seguro que dormimos como troncos.

Nos hallamos en la parte alta del pueblo y hay que utilizar dos ascensores para bajar al centro donde nos homenajeamos con una estupenda cena de menú en la terraza del restaurante “Bordatxo” que nos recomiendan en el albergue, y donde las risas se suceden recordando anécdotas de estos días. Luego, tras un agradable paseo, unos se marchan a descansar y otros alargamos un rato la velada.